jueves, 27 de agosto de 2015

LAS HUACAS DEL JADE EN BAGACES, GUANACASTE, p. I-II


Introducción






La zona de Bagaces contiene una serie de yacimientos arqueológicos muy interesantes y por desgracia, poco o nada estudiados. Los esfuerzos que se han realizado por parte de arqueólogos han dado un resultado tan pobre, que bien podemos decir que esta zona carece de estudios contextuales y estructurales de importancia.

Se sabe que fue una zona muy poblada entre los años 300-800 d.C., pero también sabemos que luego del año 800 la gran mayoría de este territorio no tuvo poblaciones permanentes, constituyendo uno de los misterios históricos más interesantes de Costa Rica.

A pesar de llevar el nombre de un cacique de lengua náhuatl, en la zona no existen yacimientos de esa etnia, y los más próximos al momento en que llegaron los europeos son de filiación chibcha (corobici) . Tampoco en el área indicada por los historiadores existe registro de ningún yacimiento posterior al año 800 d. C. El pueblo náhuatl que refiere J. Vásquez de Coronado posiblemente era originario de la banda sur del lago de Nicaragua, o de alguna isla de dicho lago. Qué estuvieran Bagatzi y su pueblo en la zona del actual Bagaces, pudo deberse a cientos de causas promovidas por la ocupación europea de Nicaragua.

Este escrito trata sobre las estructuras funerarias y habitacionales de un pueblo que emigró y abandonó una zona inmensa, luego de haberla ocupado masivamente. Se verá el material residual y se discutirá sobre las distintas relaciones estilísticas del mismo, con el afán de aportar un grano de arena al conocimiento histórico de la zona.



Ilustración 1: Ubicación de la zona arqueològica de Bagaces.



Antecedentes culturales

El pueblo que originó los restos culturales de esta zona tuvo su desarrollo en la península de Nicoya y al norte de la misma, hasta el lago de Nicaragua, aproximadamente desde el año 500 a.C. hasta el año 300 d. C.


Se caracteriza esta sociedad primigenia por algunos elementos materiales muy típicos, tales como los dijes de jadeíta, las mazas rompe cabezas labradas exquisitamente en formas zoomorfas y antropomorfas en toda clase de piedra (fig. 1) y, las piedras de moler labradas por debajo con complicados ideogramas.




              Figura 1: Maza rompe cabezas y dije de jadeíta, península de Nicoya, región occidental

En cuanto a la cerámica cabe destacar algunas formas de botellas zoomorfas que usan el asa de “estribo y pico”, semejantes a las de Perú y Ecuador de ese momento de desarrollo técnico. Esta cerámica está decorada por líneas de color negro, morado tenue, y a veces blanco delimitado por finas líneas esgrafiadas, todo sobre fondo generalmente rojo.


El resto del ensamblaje cerámico y lítico es más sencillo y pasó casi sin ninguna modificación importante hasta el final de la fase Bagaces, a eso del año 800 d. C.

Los modos decorativos de este periodo inician dos grandes tradiciones en el horizonte cerámico de la región occidental y nor-oriental. Se puede afirmar que la policromía nace en la cerámica de asa de estribo, continuando luego en una serie de tipos bicromos y tricromos en el periodo siguiente, los cuales a su vez se transforman en los policromos llamados Carrillo (se compone esta cerámica de varios tipos y variedades). La otra gran tradición estilística es la incisa-esgrafiada, la cual se inicia con la cerámica denominada Ballena y Diriá inciso (según Baudez, 1967). De estos tipos derivan casi todos los demás (policromos locales de base no blanca e incisos/esgrafiados) inclusive, los inmediatos a la llegada de los europeos, tanto de la región occidental como oriental y norte.


Los pueblos de la zona de Bagaces son en realidad el desarrollo de una sociedad originaria que al ir incorporando nuevos elementos a su complejo ideológico, va modificando sus rasgos estilísticos materiales, los cuales a su vez originan la base modo-formal de culturas tardías tanto en Nicoya como en Guanacaste.


Datos geográficos de la zona de Bagaces


La zona de Bagaces comprende tres elementos importantes: las tierras altas de la cordillera oriental de Guanacaste, la franja de pie de monte, que se caracteriza por ser una llanura ondulada cruzada por muchos ríos permanentes y, la llanura aluvial occidental, caracterizada por sus ríos anchos, lagunas y pantanos.



Figura 2: Llanura ondulada al pie de monte de la zona de Bagaces. A la derecha las estribaciones de la cordillera de Guanacaste.


Suelos

La llanura ondulada se compone básicamente de suelos tipo Regasol, que son muy rocosos con material degradado y, sobre las llanuras occidentales los suelos son del tipo Hidromorfos, o sea, turbosos con exceso de humus o con carencia del mismo. Los suelos cordilleranos suelen ser del tipo Andosol y Litosol, caracterizándose el primero por ser suelos poco evolucionados de cenizas volcánicas, pesados y poco profundos, compactos, mientras los segundos son suelos de montaña, pedregosos y poco desarrollados (Fuente: Pérez, sf (Citado por Nuhn, 1978); Solano, 1996, en Regiones y subregiones climáticas de Costa Rica. Solano et al, Instituto Meteorológico Nacional).

Régimen pluvial

El área de llanuras en conjunto recibe un promedio de entre 1300 a 2500 mm anuales de lluvia, distribuidos de mayo a principios de diciembre, siendo el resto del año marcadamente seco y barrido por fuertes vientos alisos, mientras el área cordillerana presenta a partir de los 800 metros de altura lluvias casi todo el año (+/- 230 días), promediándose la cantidad de agua en unos 3100 mm anuales.

Hidrografía

La zona corresponde con la cuenca del rio Bebedero, formada por unos 25 ríos que nacen en la cordillera. Estos ríos  suelen estar encajonados en cauces excavados en el lecho de igmimbrita (formación Bagaces y Liberia), por lo que presentan mucha arena blanca o amarillenta.

Los ríos que nacen en la cordillera mantienen el agua todo el año, aun durante las sequías más fuertes, pero aquellos que lo hacen en el pie de monte o, inclusive en las llanuras onduladas, suelen secarse tras uno o dos meses de no recibir lluvias.



Figura 3: Tipo de río propio de las llanuras onduladas de la zona de Bagaces.


Por su forma comúnmente encajonada, estos ríos no causan problemas de inundación hasta llegar a las llanuras aluviales. En ese punto los ríos saturados se desbordan formando, cuando bajan, grandes áreas pantanosas y lagunas, muchas con tamaño suficiente para contener el agua durante toda la estación seca.


Datos sobre cultivos básicos tradicionales de la zona de Bagaces


Entre los expertos actuales se discute un importante tema: ¿fue la zona capaz de mantener una población regular? Se supone que la respuesta a esta incógnita resolverá en parte el misterio del abandono de la zona. Lo que no responde es el motivo por el cual no se volvió a poblar luego, sabiendo que las tierras bajas occidentales y las tierras altas nor-orientales si se mantuvieron pobladas.

La zona presenta varios problemas en términos productivos. Se pueden citar como principales los siguientes:

1-Toda esta zona se encuentra en una región propensa a padecer fuertes sequías.

2-El riego continuo no se podía desarrollar con la tecnología productiva de ese tiempo histórico, pues los ríos en la parte más poblada (llanura ondulada o intermedia) discurren encajonados en un lecho rocoso, con desniveles arbitrarios en las planicies a sembrar.

3-El riego discontinuo solo puede servir para casos de emergencia en áreas de cultivo bastante reducidas.

4-La falta de fertilizantes agregados hacía que los campos de cultivo tuvieran que rotarse cada cierto tiempo (barbecho), alejando los poblados y dispersando la población.

5-El sistema de despejar el campo era esencialmente mediante el fuego, el cual podía llegar a ser tan intenso que endurecía los suelos arcillosos provocando que con la lluvia el agua discurriera rápidamente. Esto fue especialmente un problema en los años con escases de lluvia, pues el agua no penetraba bien el suelo endurecido, lavando la capa superior y exponiendo las raíces o semillas del cultivo.

¿Cuáles eran los cultivos básicos? Por los artefactos recuperados por los arqueólogos sabemos que el uso del maíz fue primordial. Normalmente este cultivo se acompaña de otro: el frijol, aunque de este no se ha recuperado evidencia directa ni indirecta de su consumo. Tanto el maíz como el frijol fueron la base alimenticia de todos los pueblos de la región occidental, como lo atestiguan los relatos europeos del siglo XVI, y no hay motivo alguno para no suponer que durante la ocupación de la zona de Bagaces (300-800 d.C) esto fuera distinto.



Figura 4: Cultivo de maíz tipo tradicional. En este tipo de producción de granos primero se tiraba y quemaba el bosque secundario y se hacia la siembra de “milpa”. Luego se podía sembrar la misma área por algunos años. Cuando bajaba la producción por falta de fertilizantes, el cultivo se trasladaba a un área contigua y, así se iba cultivando en “circulo” hasta regresar al punto original, que ya estaba cubierto de bosque nuevamente.


El maíz para grano se sembraba en el mes de agosto, para ser cosechado en la época seca, mientras el maíz para ser usado en “elote” se sembraba a inicios de la época lluviosa. Se usaban distintas clases de maíz según la época del año y la finalidad del cultivo (uso de emergencia, para grano y como elote), de manera que la explotación del terreno fuese lo más intensiva posible.

Se ha calculado la cosecha de grano por hectárea (10,000 metros cuadrados) entre 800 a 1, 500 kilogramos de grano, pero hay que considerar las pérdidas por humedad y plagas, de las cuales ignoramos su efecto en esos tiempos. De acuerdo con los datos anteriores, un poblado basado en relaciones familiares podía fácilmente lograr la cantidad de grano para uso propio anualmente. En casos de excedentes estos debieron ser comerciados con otros que tuvieran faltante.

El frijol se sembraba de dos formas: tapado y asociado. La siembra de frijol tapado se daba cuando se tiraba abajo el bosque, fuese primario o secundario y ya se había quemado. La semilla de frijol se lanzaba sobre todos los restos que quedaban de troncos, ramas, hojarasca, bejucos, y se dejaban crecer. Para este sistema se usaba una cantidad alrededor de 40 Kg de semilla por cada 10,000 metros cuadrados de siembra, para cosechar entre 150 y 200 Kg.

El otro sistema de sembrar frijol fue el asociado con el maíz. En este caso se sembraba el frijol a lado y lado de las hileras de maíz para que al crecer usara el tallo de la planta de maíz para enrollarse en esta. Así se calcula una producción de unos 500Kg por cada 10,000 metros cuadrados sembrados.

 Al frijol, tanto tapado como asociado, se le agregaban otras plantas que quizá no eran de uso básico pero si fueron importantes, entre ellas el ayote y las calabazas (un grupo importante de cucurbitáceas), y sin duda otras plantas. Las cucurbitáceas tuvieron una importancia que ignoramos hoy, pero sabemos de su uso por las muchas vasijas hechas con la forma de ese fruto.


Pequeñas vasijas "guápil" o gemelas en forma de ayotes (Cucurbita spp.)


Como fácilmente se aprecia, la zona en condiciones climáticas normales no tuvo problemas para abastecer una población constante. Caza y pesca más recolección estacional proveyeron alimentos sin dificultades, y las plantaciones de frutas, palmitos y nueces complementaron la dieta. Un factor independiente tuvo que ser la razón de la migración. Se puede considerar algún tipo de sequía que durara muchos años, pero no hay explicación hipotética más o menos inteligente que explique el no retorno o, que otros pueblos no se asentaran en la zona abandonada.
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Arqueología de la zona de Bagaces

La zona en cuestión se caracteriza en términos arqueológicos por los yacimientos funerarios en forma de enormes montículos de piedra. Normalmente estos montículos tienen asociados un área de enterramientos a ras de suelo, separados del montículo principal.

Todo montículo fue levantado en una prominencia del terreno, procurando elevarlo lo más posible, además de estar siempre asociado a una fuente de agua, normalmente un río, aunque puede ser un naciente o una laguna.

Otras estructuras funerarias son conocidas, tales como los popularmente llamados cementerios de rodelas. Se componen estos de una “rodela” o tapa de piedra más o menos circular, de entre 5 y 10 metros de diámetro, que cubre una sepultura. Hay rodelas más grandes y parece que contenían varias sepulturas.

En algunas partes se pueden ver cementerios de rodelas formando un promontorio sobre el terreno. Estos casos suelen ser vistos como el origen de un montículo, pero es improbable que lo sea y más bien habría que catalogarlos como una estructura intermedia independiente, tanto por sus características formales como estructurales.


Características generales de los montículos


Los montículos a pesar de tener algunas diferencias formales, por lo general comparten al menos, la estructura básica de una “mastaba”. Las características comunes son:

1-Todo montículo presenta una forma aproximadamente elíptica u ovoide, aunque algunos se aprecian un poco circulares.

2-El lugar en que se levantó el montículo siempre fue una prominencia del terreno, la cumbre del cual se modificó hasta el manto de igmimbrita, usándose esta para levantar la “huaca”.

3-El montículo nunca se ubicó a más de 500 metros de un curso de agua, o de una laguna. Es evidente que se buscaba una distancia específica pues en ciertos yacimientos hay promontorios naturales aptos para levantar el montículo más cercano al agua, pero aun así mantienen más o menos una distancia de entre 500 a 100 metros (se debe mencionar que en algunos casos la distancia se acortó bastante en relación con el río. Se observó que estos casos se dan cuando el río está muy encajonado).

4-La altura normal de estas estructuras es de unos 2 a 5 metros, pero es corriente que la altura varíe conforme al terreno en que se levantó la “huaca”.



Figura 5: Montículo o huaca. Obsérvese el material de construcción y la altura en relación al individuo, que está sentado a la entrada de un hueco hecho por saqueadores (huaqueros).



Clases de montículos

Generalizando un poco se puede decir que existen dos clases de montículos; a) los montículos “tipo Norte” y, b) los montículos “tipo Sur”.

Los denominados como de tipo Norte suelen ser estructuras muy largas, aplanadas y, no muy altas (entre 2 y 2,60 metros de altura). Otra característica importante es el uso de grandes columnas, tanto como tapa de algunas sepulturas como de pilares externos. Se conocen pilares de estos de más de 5 metros de altura, pero lo normal es que sean entre 2 a unos 4 metros de altura (fig. 6).

Acompañando a los pilares o columnas son frecuentes los llamados popularmente mojones (fig. 7). Estos son piedras más o menos de forma columnar, pero pequeños, de 1 a 1,50 metros de alto. Estos mojones aparecen como indicador de tumbas o como separador de sección dentro del montículo.



Figura 6: Columnas o pilares, originarios de la huaca Siete Cueros, hoy en el cuartel de Liberia, Guanacaste.


Según testigos los pilares se encontraban en los extremos cortos del montículo, o también, al centro del mismo. En la figura 6 se muestran cuatro pilares que originalmente se encontraban en la huaca Siete Cueros de Montano.

Otro tipo de pilar se encontró en muy pocas huacas. Se trata de una columna muy alta y de superficies más o menos pulidas. Esta superficie sirvió para tallar una serie de emblemas, normalmente caras humanas y de animales, como fue el caso de la huaca Mojica y Guacalito.



Figura 7: Huaca o montículo tipo Norte, con mojones simples y uno con un rostro (extremo derecho de la foto). 


Los montículos tipo Sur suelen ser más altos, más compactos por ser menos largos, y en ninguno se hallan pilares o columnas, aunque si mojones.

Curiosamente (sin haberse cuantificado) a simple vista pareciera que los montículos o huacas tipo Sur tienen menos mojones, al menos en las ruinas se observan muchísimo menos.

Otro elemento en que varían ambos tipos es en la frecuencia relativa de algunas cerámicas. Por ejemplo en los montículos tipo Norte  hay menos policromos mientras que en el tipo Sur estas cerámicas son más visibles entre el material descartado por los saqueadores (ver Parte  III y IV).

Aunque en los dos tipos de montículo se encuentran objetos de jadeíta, según refieren algunos datos en las huacas tipo Norte es donde más se encontraron y, donde estaban los de mejor calidad.

Estas diferencias superficiales podrían deberse, entre otras cosas, a factores temporales donde los montículos tipo Norte serían un poco más antiguos que los del tipo Sur.


Para ejemplificar las diferencias de material residual no solo entre montículos del tipo Norte y Sur, sino también el de cementerios de rodelas asociados, veremos el material recolectado de dos huacas y sus respectivos “anexos” o cementerios asociados. Estos son la huaca Siete Cueros y el cementerio asociado La Montaña; la huaca Isabela y el cementerio asociado El Pedregal, los dos primeros del tipo Norte y, los segundos del tipo Sur.






PARTE I


Huaca Siete Cueros





La huaca Siete Cueros se encuentra en las proximidades de Montano, en la llanura ondulada. El río más próximo es el Montano, pero pudo haber existido una fuente de agua más cercana, solo que hoy esta seca (fig. 8).

Se trata de un montículo tipo Norte, de forma elíptica u ovoide. Como promedio tiene una altura de unos 2 metros al medio (fig. 5).

Esta es una de la las famosas “huacas del jade”, y fue profusamente saqueada entre 1970 y 1975.



Figura 8: Ubicación de la huaca o montículo Siete Cueros con relación al cementerio de rodelas (línea amarilla) y al río Montenegro (línea roja). El montículo se halla dónde está la flecha. Imagen GoogleEarth.


Material cerámico


El material desechado por los saqueadores que se puede observar en superficie se puede dividir en tres grandes categorías: 1, los restos de enormes vasijas de almacenamiento, 2 el conjunto de vasijas de tamaño normal de uso domestico-cotidiano y 3, restos de vasijas de magnífico acabado (de uso elitista, restringido).


El material de la categoría 1 incluye una gran variedad de cerámicas cubiertas por pintura roja y diseños en negro y blanco, o solo pintura roja (varios tonos) que cubre todo el cuerpo de la vasija, a excepción del cuello que se dejaba del color de la arcilla. La categorìa 2 incluye una serie muy homogénea de tinajas, ollas, platos y platones de fondo cóncavo, formas que en su mayoría evidencian un uso individual o, a lo sumo familiar. Por su parte, la categoría 3 involucra finas cerámicas incisas, policromos, modelados, acanalados, ocarinas, pitos y objetos de culto.

En todos los yacimientos de este periodo cultural es muy frecuente encontrar restos de enormes vasijas monocromas rojas (varios tonos) y de superficie sin color agregado. Muchas fueron vasijas para la chicha, una especie una de cerveza, pero otras tienen unas fuertes marcas de fuego que indican que se usaron para cocinar (figs. 9 y 10).

Las grandes vasijas para chicha y para cocinar están conforme con prácticas o rituales funerarios donde se consumía mucha comida y bebida, y que en determinado momentos algunas vasijas se quebraban como parte del ritual. La alta frecuencia de esta cerámica en esta huaca sugiere que tal forma ritualista fue practicada, provocando que en las áreas de enterramiento (montículo y cementerio de rodelas) estas cerámicas sean lo más común, no así en las areas domésticas donde los restos de esta clase de vasijas son escasos. 



Figura 9: Bordes de grandes vasijas de almacenamiento. Escala en centímetros. Huaca Siete Cueros.





Figura 10: Fondo de grandes vasijas rojo monocromas quemadas por exposición directa al fuego. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.


La cerámica de uso común (doméstica-cotidiana) también es frecuente en los residuos. Es un grupo de objetos bastante simple: ollas, cuencos abiertos y cerrados. Este grupo de formas es la base de la cerámica que se aprecia en los yacimientos habitacionales. Casi todos son del color de la arcilla con el borde pintado en rojo de varios tonos (fig. 11).

La vajilla pequeña o de tamaño normal estuvo depositada en las sepulturas y, dado que no representaba ninguna ganancia para el huaquero solían abandonarlas o quebrarlas. Esto se ve claramente en el tipo de fractura de los fragmentos, donde fácilmente se aprecia que los bordes de fractura son recientes.



Figura 11: Fragmentos de vasijas de uso doméstico común. Vasija insertada (Ej) corresponde al mismo tipo y forma de los fragmentos. Escala para los fragmentos en centímetros. Huaca Siete Cueros.


Otras formas de estas clases cerámicas usuales a nivel doméstico también están representadas en la muestra. Se trata de objetos abiertos que desempeñaron el papel de platos, con la diferencia de que los bordes son altos, pues la comida era mayormente preparada en agua. El tamaño de estos objetos indica un uso colectivo, quizá a nivel de familia nuclear, y más que nada funcionaron como portadores del alimento, del cual se servían los usuarios (fig. 12).



Figura 12: Formas utilitarias comunes, vasijas de borde abierto; arriba de paredes inversas, abajo de paredes exversas. Ambos con franja de pintura roja sobre natural de la arcilla.  Los casos c-e presentan el borde exverso decorado con incisos, estampado de diente de tiburón (e) y modelado (c), forma de las vasijas b-e; f-1, forma de vasija "a"; f-2. Escala en centímetros. Huaca Siete Cueros.





Dentro del grupo de cerámicas utilitarias comunes las formas más frecuentes siguen siendo las de ollas y tinajas. En este caso pueden haber servido de almacenamiento, pero su tamaño hace pensar en una función más restringida, de índole familiar (fig. 13).



Figura 13: Vasijas de almacenamiento de uso común a nivel de grupo familiar. Ej, imagen que muestra la forma general de estas vasijas. Escala para fragmentos, en centímetros, para Ej en pulgadas. De a-d, Huaca Siete Cueros.





Figura 14: Tipos de superficie de vasijas de almacenamiento de uso familiar común. "b" presenta un color morado sobre el cual se aplicó una pintura blanca. El caso "d" es de cerámica negra, usando la técnica del ahumado. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.




Clases de soportes

Los soportes sólidos en la muestra corresponden al grupo de uso común. Estos son del tipo llamado “bala” por su forma cónica y pequeña, sin color agregado y sin decorado de ningún tipo.

Pertenecen al grupo cerámico utilitario doméstico, siendo parte de las vasijas que contuvieron ofrendas en las sepulturas, muy posiblemente como contenedores de algún tipo de alimento (fig. 15; b-e).



Figura 15: Clase de soportes. Soportes bala, b-e; soporte sonoro, a; soporte de pedestal, f. Ej, forma de vasija que usa los soportes a-e. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.


Figura 15 bis: Soportes. Base de pedestal; a. Sección de pared de soporte muy alto, hueco; b. Punta de soporte hueco; c.  Remate superior de soporte hueco gigante; d.  Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.

El soporte “a” de la fig. 15 es de una clase cerámica muy común al sur-oeste de la zona de Bagaces y en la región Norte. Puede que se trate de cerámica de comercio, aunque es atrevido asegurarlo. Se trata de soportes sonajero que siempre presentan la forma de una cabeza humana, y la superficie interna del objeto es siempre color rojo o morado, muchas veces con diseños en negativo.


Los soportes de grandes tamaños, huecos-sonajero, también se encuentran en el yacimiento. Corresponden a copas ceremoniales cuya función debió ser la misma o alguna muy semejante a la de formas artefactuales similares de la región oriental de Costa Rica. Quizá la particularidad que se ve en el material de la huaca Siete Cueros es el gran tamaño que tuvieron estas vasijas (fig 15 bis).


La cerámica decorada


La decoración típica de este periodo es a base de dibujos en líneas negras sobre rojo y, negras y blancas sobre rojo, que son estilos que provienen del período anterior y tuvieron una larga existencia. Junto a este grupo, digamos común, esta el grupo de vasijas decoradas con lineas incisas y acanaladas, algunas de las cuales de excelente acabado y gran finura (fig. 15 bis-2; a-d, g, h).



Figura 15 bis-2: Cerámica acanalada; a, b. Cerámica incisa; c, d, g, h. Ceramica modelada; e. Ceramica policroma con modelado (ver Ej-1); f. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.


Ej-1: Forma de vasija policroma-modelada, semejante al fragmento "f" de la figura 15 bis-2.



Las novedades para este periodo van surgiendo poco a poco y en ciertos lugares, expandiéndose su uso primero como objetos de comercio y luego ya incorporándose a la producción local. Un caso de estos puede ser el de la cerámica policromo/modelada, la cual presenta un desgrasante particular que indica al menos, que estos objetos no se fabricaron en áreas próximas al montículo (fig. 15 bis-2; f).

Por el contrario, objetos modelados de gran calidad como el que se ilustra en la fugura 15 bis-2; e, si son de producción "local" (área próxima), con lo cual se nota una cierta especialización en la producción de bienes de "lujo" en el lugar en que se encuentra el montículo o en otro yacimiento sercano.

El vaso mostrado en la fig. 15 bis-2; f, presenta un rostro humano con una particularidad: la nariz del modelo estaba cortada luego del tabique nasal, lo que provoca esa imagen "extraña" de nariz muy corta con las fosas nasales hacia el frente.

Abundan dos modos pintados: el de líneas negras hechas con una brocha múltiple sobre rojo, y el de líneas gruesas negras delimitadas por líneas más finas color blanco, en diseños geométricos complejos (fig. 16).

Otras formas de decoración pintada son unas manchas en forma de gota o de hoja, color rojo sobre natural de la arcilla. Estas manchas se pintaban de modo contrapuesto en número de cuatro (fig. 17).

La cerámica con estampado de concha, caracol y elementos triangulares que podrían ser dientes de tiburón, son en este yacimiento muy comunes, al igual que en todos los demás, tanto habitaciones como de enterramiento (fig. 17-d, e). Los modelos estampados tiene una larga trayectoria histórica, y se originaron aun antes que los tipos de línea pintada, muy probablemente en la zona baja del río Tempisque y la costa occidental de Nicoya.



Figura 16: Cerámica bicroma y tricroma frecuente en este yacimiento. El ejemplo” a” corresponde al modo de líneas hechas con pincel múltiple (Ej-2). El resto, b-f son ejemplos de cerámica tricroma de línea ancha (Ej-1).  Los fragmentos con escala en pulgadas, Huaca Siete Cueros. Ej-1,2 de ejemplo. 

Figura 16 I-bis: Variaciones típicas de las cerámicas de linea negra. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.



Las formas de las vasijas bicromas son muy recurrentes, con pocas variaciones. Pero en el caso de la cerámica tricroma si se dan de manera común diversas formas, desde antropomorfas y zoomorfas, a copias vegetales, como de cucurbitáceas o raíces de yuca o mandioca, platos, cuencos, tinajas y demás.


Figura 17: Cerámica decorada común, “a” asa con patillaje, “b” líneas anchas blancas alternando con negro fugitivo (parecido a la cerámica tricroma antes vista), “c” manchas en forma de gota, "d-h", estampado con concha y caracol, "j" decoracion aplicada, "k" lineas rojas horizontales sobre beige, "l" sección boquilla de ocarina. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.

Un grupo de grandes vasijas de almacenamiento (de 1, 60 a más de 2 metros de altura) presentan un decorado especial, aunque siguen el patròn tìpico de otras vasijas pintadas tricromas màs pequeñas. Se trata de una serie de lineas gruesas negras, vertiales, que cubren el alto cuello de estas vasijas. Estas lineas  (que fueron pintadas sobre una base crema) se alternan con motivos geométricos, pero nunca interviene el color rojo en el arreglo en esta sección, pero el labio externo e interno de la vasija, así como el cuerpo de la misma, son de color rojo o morado. El cuerpo estuvo igualmente pintado con anchas lineas negras y blancas que, con el agregado de elementos adeheridos de arcilla formaron lo que debió ser una vasija impresionante, no solo por su tamaño, sino por el conjunto decorado "en grande". Estas vasijas enormes decoradas tan profusamente no se volverán a ver en la región después del año 700 d.C. (fig. 17 bis).

 


Figura 17 bis: Grandes vasijas de almacenamiento tricromas. Ej, forma general de estas vasijas. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.


Lítica


El trabajo en piedra de este yacimiento contempla los grandes pilares (fig. 6) y la escultura (fig. 5 y 18).

Sobre los pilares o columnas solo cabe mencionar que en el sitio había restos de unos pilares muy cilíndricos y terminados en punta roma. Eran muy anchos y debieron ser bastante altos. También se encontraron mojones en forma de barril con una cara en un extremo (fig. 7).

La escultura presenta dos estilos muy bien definidos, siendo el más común el de una talla en bulto bastante simple, con solo el esbozo de la figura general, pero con cierto detalle en algunas partes. En la figura 5 se muestra uno de estas esculturas (estaba en el hueco realizado por los saqueadores que se ve en la foto).

El otro estilo de escultura es más dinámica, mejor terminada y de motivos más audaces, de esta solo se halló un fragmento (fig. 18).


Figura 18: Fragmento de escultura. Escala en pulgadas, huaca Siete Cueros.


De las piedras para moler se encontraron restos de los estilos típicos de la época. Uno es el de piedras de molienda con grandes soportes curvados hacia afuera, con el plato curvo y extremos simples (fig. 19). El otro estilo es el de soportes cónicos, pueden ser cortos o muy largos. El plato de estos artefactos es plano con los extremos muy levantados y en forma de abanico. El de soportes cónicos cortos presenta un plato siempre curvo, con los extremos muy parecidos al estilo de soportes muy largos (fig. 19; II-Ej)



Figura 19: Tipo de soportes y perfiles de plato de piedras de moler. I-a y II-c, corresponden al tipo de objeto incrustado en I-Ej; a-b, extremos de plato que corresponden a objeto incrustado II-Ej. Los soportes I-b, c, son de la variedad cónica corta. I; a-c, II; a-c, huaca Siete Cueros. Escala superior I, en pulgadas; en II, centímetros.



Las piedras de moler de soportes cónicos son del tipo observable en los sitios habitacionales, principalmente la variedad de soporte corto (fig. 19; I, b-c), aunque son más comunes unas piedras de moler de soportes muy cortos, simples o en forma de disco. Las piedras de moler de soporte curvado al exterior (fig. 19; I-a, I-Ej) no se encuentran fácilmente en los sitios habitacionales, ni en los montículos del tipo Sur, sin embargo es una clase frecuente (relativamente) en yacimientos de la cordillera y de la región Norte pre-cordillerana (Upala-Guatuso).

En todos estos yacimientos suelen encontrarse fragmentos de hachas acinturadas de diversos estilos, idénticas a las que se hallan en la región Oriental. En este yacimiento se encontraron de dos estilos: en forma de paleta acinturada y, en forma de “8” horizontal (fig. 20).



Figura 20: Hachas acinturadas, técnica lasqueado, material basalto. Vista por ambos lados; a-aa; b-bb. Ej sirve de ejemplo en la forma de enmangar este tipo de hacha. Escala en pulgadas. Huaca Siete Cueros.


Las hachas lasqueadas se han catalogado, al menos las semejantes a las de este yacimiento, como herramientas agrícolas, ya fuera para cortar yerbas o como macanas para aflojar la tierra. Si bien pudieron servir para esas funciones, las marcas de uso no lo demuestran. Otro dato importante es que suelen aparecer estos objetos lasqueados en contextos especiales, no pocas veces asociados con artefactos marcadores de estatus social.



Resumen


La huaca Siete Cueros es uno de los yacimientos famosos por la calidad de sus objetos, lo cual apenas se refleja en el material descartado por los huaqueros o saqueadores a nivel general. Sin embargo, elementos  como las columnas, los mojones "barrilete" con caras y las esculturas la separan un poco de otros monticulos de la zona.

El material antes visto corresponde en términos generales al de uso cotidiano. Son grandes vasijas de almacenamiento, de uso comunal y familiar, y vajilla de servir. El que sea tan abundantes como desechos, indica que se usaron masivamente en ceremonias de enterramiento o pos-enterramiento, lo cual era una práctica común de todas las culturas que habitaron Costa Rica.

Sin embargo se ve fácilmente que los acabados de las diversas formas de vasija no son casi nunca toscos. Existe una selección en torno a los objetos que se usaron en estos festejos funerarios. 

Los tamaños artefactuales más pequeños corresponden a objetos depositados en las tumbas, los cuales contenían ofrendas alimenticias simbólicas u otros materiales orgánicos que muy pocas veces se conservan.

La lítica, siempre escasa en los montículos, es del orden funcional, pero aun así los tamaños de algunos objetos no son comunes.

Los fragmentos de piedras de moler I-a y II-c, de la figura 19 son ejemplos de enormes piedras de moler que solo se hallan en determinados yacimientos funerarios. Las piedras de moler en los yacimientos habitacionales son del tipo I-b, c y II-a, b, además de otros tipos más sencillos.





PARTE II



Cementerio de rodelas La Montaña





Introduccion

El yacimiento del La Montaña está asociado a la huaca Siete Cueros. Se localiza a 200 metros al noreste del montículo, sobre una especie de pretil extendido que luego continúa bajando al este suavemente.

Este yacimiento se compone de dos sectores muy interesantes: el cuadrante y el cementerio de rodelas.

El cuadrante es una estructura rectangular hecha de trozos de igmimbrita blanca a manera de lajas, abierta al norte. En todas partes se encuentran fragmentos, pero al lado oeste de la entrada al cuadrante hay un sector casi superficial compuesto de cientos de pequeñas piedras de rio mezcladas con lo que parecieran miles de fragmentos y pedazos de lajas de origen sedimentario, con trozos de igmimbrita. El área es concentrada y disminuye el material residual a los lados rápidamente, tanto que a los dos o tres metros de lo que se supone es el centro del depósito, ya casi no hay fragmentos.

La entrada al cuadrante da directamente, a 52 metros hacia el norte, a un cementerio de rodelas. No existe ninguna duda sobre la conexión entre ambos rasgos, aunque el material arqueológico varía bastante entre ambos puntos (fig. 21). 
   

Figura 21: Yacimiento La Montaña. El cuadrado es donde se ubica el “cuadrante” y la flecha señala la ubicación del cementerio de rodelas. Las flechas a la derecha señalan la dispersión máxima de fragmentos, mientras que la línea segmentada encierra el área de alta concentración residual, entendida como un sector habitacional. La línea roja mide 52 metros de largo.



Yacimientos habitacionales asociados


Cruzando un llano ondulado al este del cuadrante, a 178 metros del cementerio se localizó, en la parte alta del terreno, un sector posiblemente habitacional (fig. 21). Sobre el terreno se observan fragmentos cerámicos y lascas líticas, aparte de piedrecillas de río dispersas sobre el terreno. El conjunto residual no es de carácter disperso, y ocupa un área de unos 450 a 500 metros cuadrados. La próxima concentración de material se localizó a 400 metros sureste del cuadrante, en las orillas de un cauce seco sin nombre. Este último yacimiento se denominó Y-3, y contenía un material no común.


Material arqueológico del cuadrante


La característica superficial de este sector del yacimiento La Montaña son los grandes fragmentos de vasijas de almacenamiento, las cuales se dividen en dos grupos bien definidos por el grosor de sus paredes. El grupo 1 presenta un rango mínimo de 2 centímetros y un máximo de 4 centímetros de grosor, mientras que el grupo 2 tiene un rango de 1,6 a 1,9 centímetros de grosor de pared (fig. 22).

En ambos grupos el tamaño fue tan grande que los fragmentos, a pesar de ser de tamaño considerable se aprecian con muy poca curvatura.


Figura 22: Fragmentos de grandes vasijas de almacenamiento, grupo 1. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



La cerámica del grupo 1 y 2 presenta el mismo tratamiento de superficies, el cual no es especial, pero tampoco burdo. Llama la atención la gran cantidad de tiestos que fueron recubiertos de pintura rojiza o anaranjada, y algunos inclusive fueron cubiertos por una fina capa de pintura morada (fig. 23, a-b). Restos de estas vasijas vistos en areas habitacionales no suelen tener este recubrimiento, siendo normalmente del color beige natural de la arcilla.

La mayoría de estas grandes vasijas tuvo forma ovoide-vertical, con una base reducida para ser empotrada en la tierra (fig. 23-Ej).


Figura 23: Grandes vasijas de almacenamiento, bordes y forma general (Ej). Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas para los fragmentos. Al. Ej. 2 ms.



Sin embargo se observó que un porcentaje indeterminado de estas vasijas tuvo forma compuesta (parte superior acampanada o de cuello muy restringido), adoptando formas más frecuentes de otros tipos cerámicos de tamaño mediano y normal (fig. 24).

Figura 24: Cuellos de vasijas de almacenamiento tipo compuesto. La superficie negra es moho. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.




Hacia el lado del depósito la cerámica tiende a ser de tamaño regular, aunque siempre muy grande, mientras la que se halló asociada a la estructura era la de mayor volumen. Es interesante que los fragmentos de las vasijas de almacenamiento no presenten igual distribución en un área tan pequeña.

La cerámica del depósito se encontraba tan concentrada que parecía que estuviera estibada. Aquí nuevamente encontramos dos rangos distintos de cerámica según su grosor de pared. El tipo de vasija común, que oscila entre 0,3 y 0,9 centímetros de grosor de pared, es el más frecuente, seguido de tiestos de vasijas regulares, cuyo grosor de pared es de 1 a 1,5 centímetros. Lo más llamativo de este grupo quizá sea la diversidad de formas artefactuales, encontrando tazones, platos cóncavos, tinajas y copas con soportes muy grandes y huecos.


Figura 25: Bordes que corresponden a tinajas; e-g, semejantes a Ej; a-d, tinajas de cuello amplio. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



En el grupo de las tinajas se da una forma, poco usual en otros sitios, que resultó muy frecuente en el depósito. Se trata de un gran recipiente de borde exverso y boca ancha. Tiene la particularidad de presentar toda la superficie exterior acanalada, y el borde interior todo cubierto de pintura rojo-café (fig. 25; a-d).

Otras formas son el tazón o guacal y las ollas de boca abierta, todas vasijas muy comunes en los yacimientos habitacionales y funerarios del área (fig. 26).


Figura 26: Ollas; a-b, d;  y tazón; c. Ej, forma general de las ollas. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



Los platos son de borde amplio, extendido y, decorado. El interior es cóncavo y son bastante grandes. Este grupo de objetos tiene la decoración sobre el borde (que por su forma sirve de asa). Consiste esta en líneas incisas o acanaladas que limitan áreas con diseño de “red” incisa o, figuras modeladas (fig.27; c-e). En estas es típica de este yacimiento el motivo del “prisionero”, el cual consiste en un cuerpo con los brazos y piernas extendidos, a veces en forma paralela, pero más comúnmente aparecen en forma de “X” (fig. 27).

Figura 27: Bordes de platos. Incisos-acanalados; a, b, d. Motivo el “prisionero”; c, e. Ej, forma artefactual. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.




Una de las vasijas más interesantes de este sector del sitio La Montaña son las copas de soportes muy altos, huecos (sonajeros). El complejo cerámico normal del área tiene unas copas también con soportes, los cuales pueden ser un tanto altos, pero es un tipo muy distinto al que se encontró en este yacimiento donde curiosamente ese tipo común no se halló.

La copa digamos común es una vasija que en relación a los soportes es grande. Los soportes, huecos, siempre son ovoides terminados en punta, y tienen una serie de orificios circulares siempre hechos a los lados del soporte. El tipo que aparece en La Montaña es de copa pequeña y cuello muy alto, todo sostenido por tres soportes muy altos a los cuales no se les hizo orificios circulares, sino rectangulares, ya fuera al frente (uno solo) o a los lados.

La punta de estos soportes puede ser muy aguzada y larga, o terminada en punta roma un poco extendida hacia afuera (fig. 28; c, d, g).


Figura 28: Soportes huecos muy largos. Puntas o extremos finales; c, d, g. Remate superior donde iba algún motivo; h. Ej; copas trípodes de la zona de Bagaces a manera de ejemplo. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



Estas copas trípodes recuerdan mucho a las de la región Oriental y Central de Costa Rica, pero ejecutadas de manera más simple y rústica. El caso "g" de la figura 28 corresponde a la punta final de un soporte muy largo y estilizado, idéntico en su forma a los de la región Oriental.

La cerámica decorada


La cantidad de cerámica decorada es realmente sorprendente, y aún más asombrosa resultó al no ser el área del depósito de carácter funerario.

Por la época en que funcionó el yacimiento (300-800 d.C) la cerámica decorada no era muy variada y, generalmente se basa en patrones lineales pintados en negro sobre rojo, con algún motivo modelado o líneas acanaladas, incisas o mixtas en patrones regularmente geométricos. Puede que los mejores exponentes modelados de la época fueran las ocarinas llamadas Marbella, las cuales son magníficamente formadas con diseños esgrafiados o incisos muy finos, a veces rellenos de blanco, sobre superficies negras o marrón oscuro.

En el área del depósito se encontró una enorme cantidad de cerámica de línea negra y blanca sobre rojo, y lo más curioso es que pertenece al tipo funcional de vasijas de almacenamiento.


Figura 29: Cerámica de línea negra y blanco sobre rojo. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.





Figura 30: Cerámica de línea negra y blanco sobre rojo. Vasijas de almacenamiento rango medio; a-d. Vasijas de tamaño normal; e-g. Sito La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



También se encontró  una variante muy interesante de esta cerámica de línea negra. Se trata de un gran fragmento de vasija de almacenamiento, el cual está cubierto por un motivo que con solo verlo se nota que tiene una divergencia con el resto del material. En primer lugar el orden de las líneas fue invertido, siendo la línea negra usada de marco para la línea blanca. En segundo lugar el diseño es curvilíneo, cuando el modo tradicional es geométrico de líneas rectas.

A pesar de que el color blanco en este yacimiento es de muy mala calidad y desapareció en la gran mayoría de los casos, en el caso que tratamos este está bien conservado, esto tomando en cuenta que dicho fragmento se encontraba expuesto (fig. 31; b). El caso "a" de la misma figura puede haber sido igual al "b" en el sentido de que las lineas negras limitaran a las blancas, o sea, en sentido contrario de lo normal.


Figura 31: Fragmentos de vasijas de almacenamiento profusamente decorados. “a” corresponde al diseño típico geométrico-lineal, mientras que “b” presenta características especiales. Ej; tipo de decoración y forma de esta clase cerámica. Nótese la forma acampanada. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



El color blanco usado normalmente en este yacimiento es de textura arenosa y de tonalidad crema o amarilla clara, lo que hace pensar que se trata de polvo de igmimbrita preparado como pintura usando algún adherente. Solo se localizó un tiesto con pintura blanca real en este sitio, y otro en el montículo o huaca Siete Cueros (fig.14-b). Esta se aplicó sobre una superficie morada a modo de gruesa banda. En un extremo del mismo fragmento se distingue una línea ancha del blanco local, o sea, el amarillento. Se ignora qué tipo de cerámica es esta (fig. 32, b).


Figura 32: Cerámicas extrañas. “a” con pintura morada al exterior del borde; “b” con pintura muy blanca y franja color amarillento, sobre fondo rojo-morado; “c” con grupos de líneas incisas, superior horizontal, inferior oblicuo; “d” con líneas acanaladas en la base del borde. Sitio La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.



Una modalidad que se ve tanto en el montículo Siete Cueros como en este yacimiento es la pintura morada. Se observó que en la huaca Siete Cueros algunos fragmentos con la orilla roja y el resto del borde, fuese exterior o interior, cubierto de pintura morada. En la cerámica de La Montaña esto es muy común, y no se observa en muchos casos por ser una aplicación muy superficial (fig. 32; a).

Un caso bastante extraño es el fragmento “c” de la figura 32. Se trata de un tiesto que presenta un decorado inciso, realizado con peine. El diseño observable es el de varias líneas en sentido horizontal que se juntan con otro grupo semejante colocado en forma oblicua.

El último caso extraño de la muestra del depósito es un tiesto que presenta tres líneas acanaladas amplias, dejando un lomo entre ellas. Este caso podría estar ligado a los bordes de la figura 35 (a-d). Si esto fuera así, esta sería una cerámica exclusiva de este yacimiento.

Figura 33: Modos comunes de decoración: Impreso con concha arrastrada; a, b. Banda ancha y achatada de arcilla agregada a la superficie; c. Sito La Montaña, sector el cuadrante. Escala en pulgadas.





Lítica


Al contrario del montículo Siete Cueros, el yacimiento de La Montaña prácticamente no presentó restos en piedra. Salvo los curiosos fragmentos de laja sedimentaria y de cascajo, solo se halló un extremo corto de una mano de moler reutilizada como machacador  (fig. 34, a).


Figura 34: Lítica del yacimiento La Montaña, sector el cuadrante. Un extremo de mano de moler; a. Lascas de igmimbrita; b, d, f. Laja; c, e, g. 



Los restos de igmimbrita pertenecen a la formación Liberia y su presencia entre los restos cerámicos se debe sin duda a las excavaciones realizadas al momento de hacer lo depósitos o las tumbas (ver descripción de la tumba). La piedra de laja se usó en la estructura del nicho funerario, pero se ignora de donde la trajeron pues no existe un afloramiento conocido de esta piedra.


Sector cementerio de rodelas


A los 50 metros norte del cuadrante se encontraba el cementerio de rodelas o “ciego”. Este consistía en un grupo de tumbas  cuya tapa era de forma circular.

Muy pocos fragmentos se podían observar, pero en una sepultura que no podía tener más de dos días de saqueada, se encontró un grupo de grandes fragmentos cerámicos depositados sobre el cascajo o manto de igmimbrita del fondo.

 Se procedió a recolectar la mayor cantidad posible de las partes de vasijas que obviamente habían sido quebradas por los huaqueros, y se hizo un esquema de la forma, relleno y medidas de la sepultura (fig. 35).


Figura 35: Dibujo original de la tumba del cementerio de rodelas,  La Montaña.




Descripción de la tumba


La tumba tenía un disco de piedra de más o menos 1, 80 metros de diámetro como tapa, cubierta por una capa de tierra negra (TN en la fig. 35). Luego seguía una chimenea estrechada al medio, más amplia arriba y al fondo hecha con piedra pesada y “sonsogüite”, un barro negro, esto media 1, 70 metros de altura (TSP). Al finalizar la chimenea el espacio de la tumba se abría en forma de plato inverso, relleno de dos tipos de tierra. El superior (TA-ROS) era tierra con arena, de tono rojizo o rosáceo, mientras que la segunda capa era una especie de arena color crema, muy suelta, que cubrió hasta el fondo (ACR). El cadáver debió yacer en un nicho hecho en el cascajo, en forma elíptica. A ambos extremos había, también tallado en el cascajo, una grada superior, la cual se supone debió tener las ofrendas, y donde se había dejado los fragmentos y dos lajas de mediano tamaño y muy poco gruesas. Estas lajas se cree estuvieron tapando la cabeza.


 Material cerámico


La cerámica descartada por los huaqueros o saqueadores se divide en dos grupos: la común en forma y, la de formas elaboradas.

La cerámica común a pesar de su condición simple, presenta elementos que la distinguen. Las superficies son muy pulidas, brillantes. Formas de ollas normalmente sin color agregado, se encontraron cubiertas de rojo, y las paredes en todos los casos son finas, de poco grosor. En todos los casos se notó que estos objetos fueron muy bien tratados, con más esmero y cuidado que aquellos de uso doméstico-cotidiano.


Figura 36: Grupo de vasijas de borde rojo. Se trata de pequeñas tinajas finamente acabadas. Ej, ejemplo de forma de “a-d”.  Sector cementerio de rodelas. Sitio La Montaña. Escala en pulgadas.




La cerámica de menor calidad encontrada, es la de una copa de soportes muy largos. En este caso tales soportes no eran huecos, pero se les hizo una zanja frontal vertical a manera de las mismas en los soportes que si son huecos. El hombro del soporte estuvo decorado por líneas incisas horizontales. Este objeto que se encontraba en muchas partes, resultó estar quemado en muy baja temperatura, y la mezcla de arcilla y arena es irregular, tanto que con solo levantar los tiestos estos se desmenuzaban. No hay duda que esta copa se hizo de modo ritual para ser depositada en la sepultura y, puede que se usara en el ceremonial previo a la inhumación (fig. 37).


Figura 37: Partes de la copa. El soporte (a) tiene la forma exacta de los trípodes de la región oriental, pero no es hueco, sino sólido. El hombro o parte superior (d) tiene dos líneas incisas. Toda la pieza presenta un acabado tosco, de arcilla muy desmenuzable y arenosa. Sitio La Montaña. Sector cementerio de rodelas.  Escala en pulgadas.




Otras dos formas interesantes se determinaron. Una es la de una tinaja trípode, de color rojo oscuro y que tuvo modelado la figura de un “gordo”, motivo muy frecuente en esta época. Esta vasija es de forma compuesta, puede que imitando una calabaza. El fondo es curvo pero leve, mientras que las paredes lo son en demasía hasta llegar a la parte superior donde se estrecha mucho hacia el borde de forma oblicua. Los brazos estuvieron en la sección superior, y las piernas se representaron en los soportes, cortos y sólidos. Presenta líneas negras verticales atrás de los brazos pero en un estilo que no calza con los de otros tipos bicromos (fig. 38).


Figura 38: Vasija compuesta en forma de calabaza; a-b, parte superior con los brazos de la figura; c, sección del fondo con soportes que hacen la vez de piernas; Ej, forma de la vasija. Sitio La Montaña. Sector cementerio de rodelas.  Escala en pulgadas.




La otra vasija es un platón profundo. Tiene el borde plano y angular, exverso, y el labio presenta un punzonado de uña longitudinal. El cuello se dejó, en apariencia, libre de pintura rojo-marrón que cubre el resto del objeto (fig. 39). Otro elemento decorativo son dos líneas incisas en sentido circunferencial colocadas hacia afuera del borde superior.

Bordeando la base del cuello inferior se aplicó una banda aplanada, que sirvió de base a tres soportes huecos y altos. Esta vasija tuvo decoración modelada de ave, motivo frecuente en los objetos cerámicos de elite, tanto incisos como tricromos.


Figura 39: Tazón trípode. Ej; forma de la vasija; a y c, remate superior de los soportes. Sitio La Montaña. Sector cementerio de rodelas.  Escala superior en pulgadas, inferior en centímetros.




Como dato de especial interés, debe señalarse la recuperación de restos de una vasija de almacenamiento de tamaño mediano. Tiene una forma algo parecida a un corazón esquematizado, muy ancha en la parte superior con hombros pronunciados, los cuales forman una “S” cuando se mira el perfil del objeto. El fondo era del tipo picudo típico de estas vasijas.

La decoración se da en tres aspectos: el labio pintado de rojo brillante, el pulido de todas las superficies exteriores realizado con mucho esmero y, una banda en el hombro de la vasija hecha con punzonado de la parte trasera de una concha pequeña en forma secuencial y, colocada en sentido circunferencial (fig. 40).


Figura 40 Vasija de almacenamiento de tamaño mediano. A la derecha en el recuadro un detalle del punzonado con concha. Sitio La Montaña. Sector cementerio de rodelas. Escala, regla de 30 centimetros.

Baudez identificó los caracoles usados para estampar en esta clase cerámica como de la familia Cancellaridae y Thaididae, ambos del género Púrpura (Baudez 1967, 58). El uso de estos caracoles para la cerámica podría implicar que la industria textil ya era importante en esas épocas. 


Conclusiones


El material recuperado conserva como es lógico una línea estilística y modal igual en todos los sectores vistos, incluyendo la huaca Siete Cueros, sin embargo aspectos funcionales los separan. En el cuadrante la gran mayoría de las vasijas eran de grandes proporciones, mientras que en el cementerio es lo contrario. Aun la vasija de la figura 40 es modesta ante sus similares del cuadrante, mientras que en el montículo Siete Cueros no se encontró cerámica tan grande y gruesa como la del cuadrante.

Los elementos decorativos también varían bastante, pues la cerámica del cuadrante básicamente se compone de vasijas con diseños geométricos de línea (blanco y negro sobre rojo) que en el área contigua del cementerio no se encontraron. Estos recipientes tricromos de gran volumen que también se hallaron en el montículo están totalmente ausentes en el cementerio. También se observó que aunque presente este tipo en el montículo, el tamaño, forma, complejidad de los diseños pintados, es mayor junto con su frecuencia, en el cuadrante (proporcionalmente), pero solo en el montículo se determinó este tipo en vasijas de tamaño normal y, dicho sea de paso, con colores más brillantes y mejor conservados (fig. 16; b, c).

La cantidad de fragmentos es otro elemento a considerar. En el cementerio de rodelas casi no había tiestos, salvo aquellos desechados por los huaqueros, cosa muy parecida a lo observado en el montículo Siete Cueros, mientras que en el cuadrante la cantidad era enorme y concentrada. Esto tiene su explicación en la función social del sector del cuadrante. En este lugar se llevó a cabo parte del rito de enterramiento, el cual implicaba el alto consumo de chicha y comida durante un tiempo indeterminado. En alguna parte de la ceremonia las vasijas usadas se quebraban creando así la gran cantidad de desechos de tipos tan definidos. Quizá el depósito de fragmentos ubicado a un lado de la estructura rectangular, fuera un área donde de acuerdo al ritual se lanzara las cerámicas ritualmente quebradas. Lo curioso de esto es que fuera un área tan concentrada, pues normalmente los sitios de residuos son áreas expandidas sobre el terreno.

Muy interesante resulta encontrar las copas de soportes trípodes muy altos en el cuadrante, y una copia de las mismas sin valor utilitario en el cementerio de rodelas. Para esta forma artefactual en la región oriental se ha propuesto un uso ceremonial, pues se han encontrado sobre ciertas tumbas grupos de estos objetos quebrados a propósito, asociados con restos de maíz carbonizado.

En el sector La Montaña también se encontró un tipo de fractura cerámica típica. Se trata de un hundimiento circular por un lado, creando esquirlamiento circunferencial en el lado opuesto. Esto sucede cuando a una vasija se le quiebra de un solo golpe centrado en un punto (percusión directa) (fig. 41).


Figura 41: Fragmento de vasija de almacenamiento por ambos lados, mostrando las típicas marcas de golpe por percusión directa. Sitio La Montaña, sector del cuadrante. Escala en pulgadas.




Es muy posible que el cuadrante funcionara como un centro ceremonial también para el montículo de Siete Cueros, al menos durante algún tiempo. Lamentablemente la estructura rectangular y cualquier otro rasgo superficial habían sido destruidos hacía mucho tiempo. La presencia de ciertas piedras y lozas de igmimbrita blanca dispersas en el área sugieren que el rasgo tuvo mayor volumen y complejidad.

Cada sector tiene diferencias importantes entre sí, a pesar de que la tipológica de los tres sectores es la misma, tanto en cerámica como en lítica. El montículo fue diseñado para que se viera grande y ostentoso, con sus esculturas y pilares, montados sobre la plataforma elevada del mismo.  De acuerdo con testigos de la época del saqueo fue en el montículo donde se obtuvieron finas piezas de jade (muchas con glifos mayas, coleccion Balser y Oduber), cerámica y lítica, aunque de tales materiales no quedara mayor evidencia residual. La montaña por su parte conservó un sector ritual, el cuadrante, y asociado a este el cementerio de rodelas. El material de cada uno de estos sectores es distinto entre sí, y en ambos casos distinto al del montículo, aunque la tipología, reitero, es la misma. Varían en dimensiones, complejidad y acabado de superficies, insinuando que el material usado en cada localidad se hacía de acuerdo a la función socio-ideológica a emplear en cada yacimiento.